Es inconmensurable el daño que el madurismo le ha hecho a Venezuela en términos sociales. Para empezar, el Instituto Nacional de Estadísticas desde hace unos cinco años dejó de publicar las cifras relativas a la pobreza y a la distribución del ingreso, en particular el Coeficiente de Gini, como si ocultando los datos desapareciera el rostro visible del drama social.
Esa deficiencia estadística la llenó la Encuesta de Condiciones de Vida, Encovi, elaborada por universidades nacionales, encabezadas por la UCAB. De acuerdo con la última edición de la citada encuesta, al ritmo de la contracción de la economía a partir de 2014 y la hiperinflación que comenzó en 2017, la pobreza en Venezuela se ha disparado hasta niveles siderales que se acercan al 90% de los hogares en 2019, cifra ésta escandalosa y que refleja la magnitud de la destrucción que el modelo del socialismo del siglo XXI ha provocado en Venezuela.
Es bueno recordar que en 1998 la pobreza general se ubicó en 32,2%. Una economía que entre 2014 y 2020 ha perdido más de 70% de su tamaño y que padece una hiperinflación, el resultado no podía ser otro que haber dejado un reguero de pobres en el camino.
Pero a la pobreza se ha sumado otro término a la ecuación de la destrucción de Venezuela: una desigualdad rampante. Con el incremento de la dolarización de la economía venezolana, con especial fuerza desde 2018, las diferencias sociales se han ensanchado notablemente.
Efectivamente, el grupo que recibe ingresos en divisas producto de un trabajo bien remunerado, que tiene activos en divisas o que genera moneda extranjera por ser propietario de una empresa, no constituye más del 20% de la población.
El 80% restante recibe un ingreso en bolívares con un poder de compra menguado que no le permite adquirir ni una décima parte del valor de los bienes que conforman la canasta alimentaria. Esa situación no ha podido ser remediada por las remesas que recibe una porción de los hogares que en Caracas alcanza al 21% de las familias encuestadas.
Según la Encuesta del Hambre, correspondiente a noviembre de 2020, al 87% de los habitantes de Caracas no le alcanza el ingreso para adquirir los alimentos mientras que el 66% come menos de tres veces al día.
Así las cosas, la brecha social entre quienes tienen para vivir decentemente y aquellos en situación de penuria se ha ampliado abismalmente, creando de esta manera una polarización social no vista en Venezuela. Ese no es el país que nosotros queremos y por el cual hemos luchado tanto.
Aspiramos a una sociedad con bajos niveles de pobreza, preferiblemente sin pobres y donde la equidad sea un valor fundamental, ello es lo que hace a las naciones grandes, prósperas y libres, basadas en la igualdad de oportunidades. En la etapa que habrá de venir para Venezuela, una nueva política social debe ser una prioridad nacional. Feliz navidad. Nos encontraremos de nuevo en 2021.
Economista José A. Guerra
Profesor asociado Escuela de Economía UCV. Articulista del Diario 2001 y El Nacional. joaguerrab@gmail.com
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— Jose Guerra (@JoseAGuerra) December 20, 2020
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Transcripción y Embeds : Lcdo. Carlos Romero |C.N.P. 24.081|
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