El pasado mes de marzo se cumplió el décimo aniversario desde que empezaron las revueltas en contra del Gobierno de Bashar al-Assad, que desembocaron en una sangrienta guerra civil en Siria. Desde entonces, el conflicto ha escalado internacionalmente. Pero, una vez más, este año la gran víctima de la contienda fue la población civil. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) aseguró el domingo que los enfrentamientos ya se han cobrado la vida de al menos 388.652 personas a los que hay que sumar más de 200.000 personas desaparecidas que presumiblemente están fallecidas.
A diez años de su inicio, la guerra en Siria sigue siendo una de las más cruentas de la historia reciente de la humanidad. El conflicto ha forzado el desplazamiento de más de 5,6 millones de refugiados –con otros 6,7 millones de desplazados internos– y se ha cobrado numerosas vidas, con la sociedad civil como principal víctima. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), desde que se desató el conflicto ya han muerto al menos 388.652 personas, a las que hay que sumar más de 200.000 desaparecidos que probablemente hayan fallecido, algo que superaría las 593.000 personas.
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Este balance de la organización con sede en Reino Unido, que no tiene en cuenta a las 88.000 personas que perdieron la vida en prisión y centros de detención gubernamentales, contabiliza 117.388 bajas civiles, de las que 22.254 eran niños.
Actualmente, hace un año desde que Rusia y Turquía declararon un alto al fuego en la ciudad Idlib –el último frente de los rebeldes y yihadistas–, pero este podría reactivarse en cualquier momento, ahora apaciguado por la pandemia.
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Todo empezó en el 2011. En marzo de ese año, la Primavera Árabe acababa de estallar en Medio Oriente y se estaba expandiendo rápidamente, en países como Egipto y Túnez –el precursor de la revuelta– sus respectivos dirigentes ya habían sido depuestos. En Siria, los jóvenes quisieron advertir al presidente Bashar al-Assad de que le esperaba un destino muy similar, una decisión que les costó caro.
El 16 de febrero de 2011, los adolescentes de un instituto en la ciudad de Deraa pintaron un grafiti amenazante para el régimen de al-Assad: “es tu turno, doctor”. La respuesta del Gobierno sirio fue firme, arrestaron a 15 jóvenes presuntamente implicados en el suceso y los torturaron bajo custodia policial, algo que desató la ira de la población y desembocó en protestas contra el Ejecutivo. La guerra en Siria había comenzado.
«En cierto modo empezó en Deraa pero también en Damasco al mismo tiempo, por lo que la cuestión aquí es si la revolución comenzó desde el centro, desde la capital, o desde las periferias, desde ciudades secundarias como Deraa», dijo a la agencia EFE Kheder Khaddour, analista del Carnegie Middle East Center.
La familia de los al-Assad lleva gobernando en Siria desde hace más de cincuenta años, el actual presidente Bashar sucedió a su padre Hazer después de que este muriera en el año 2000. Muchos sirios, hartos de la alta tasa de desempleo en el país, la corrupción y la falta de libertad de expresión ya pedían el fin de su mandato antes del estallido de la guerra. Bajo el lema «una Siria sin tiranía», los ciudadanos reclamaban el fin de la era de los al-Assad.
¿Quiénes son los implicados en el conflicto?
A pesar de que el conflicto tuvo cierta internacionalización desde sus inicios, lo que empezó en 2011 en el país árabe era una guerra civil con dos frentes claros: el Gobierno de Al-Assad contra los rebeldes u opositores. No obstante, algunos países occidentales como Francia, Reino Unido y Estados Unidos expresaron su apoyo a las fuerzas de la rebelión y se limitaron a tomar partido.
Pero el 21 de agosto de 2013 hubo un punto de inflexión. El Gobierno sirio usó armas químicas para contra la población y acabó con la vida de más de un millar de personas en la región de Damasco, algo que traspasaba todas las líneas rojas para Occidente. El entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, amenazó con castigar los hechos, pero se retractó de sus palabras en el último momento para evitar un fiasco similar al de Afganistán e Irak. No obstante, con menos de una cuarta parte del país bajo su control, parecía que los días de Al-Assad llegaban a su fin.
Los frentes se consolidaron: Reino Unido, Turquía, Estados Unidos y Francia se alinearon con los rebeldes y Rusia e Irán con el frente de Al-Assad.
Video Informativo con el reporte de Catalina Gómez Ángel (Corresponsal France 24) : Video cortesía France24
Fue también en 2013 cuando el Estado Islámico se expandió en Siria, aprovechó la ocasión de debilidad y se infiltró en el país a través de la frontera con Irak. Los movimientos islámicos radicales ganaron adeptos, llevándose a una gran porción del Ejército Libre Sirio –brazo armado de la oposición siria–.
La proclamación del califato por el Estado Islámico en 2014 desvió la atención de los países occidentales, que centraron todos sus esfuerzos en combatirlo. Y lo lograron, tras cernir miles de bombardeos sobre el cielo sirio, en 2019 las tropas estadounidenses consiguieron acabar con la vida del líder y autodenominado “califa”, Abu Bakr Al-Baghdadi. No obstante, el yihadismo sigue teniendo muchos seguidores en territorio sirio debido a factores como la hambruna y la necesidad, que fomentan la radicalización de la población.
Por su parte, Turquía, que declaró su apoyo a los opositores desde un principio, también se dejó llevar por sus propios intereses. La zona del norte de Siria y fronteriza con Turquía, cayó en las manos de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) –una coalición entre kurdos y árabes que también combate el yihadismo–, algo que el Ejecutivo de Erdogan no podía tolerar. El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) ha sido combatido por los turcos durante décadas. Ante el temor al aumento de sus fuerzas, Turquía los ha estado combatiendo y ha exigido una “zona de seguridad” en la frontera que suma 120 kilómetros.
La fragmentación de las fuerzas contra Al-Assad y el apoyo de Rusia e Irán, que han bombardeado las áreas enemigas y han mandado numerosas tropas, han propiciado que hoy día el Gobierno central tenga bajo su control tres cuartas partes de Siria. El político parece el ganador de la guerra, pero el final de esta todavía no está escrito.
Idlib: el último bastión rebelde
La provincia noroccidental de Idlib es la última gran “área liberada” –como se conoce a las zonas sirias que escapan del control de Damasco– diez años después del estallido de la revolución, completada por algunas zonas del oeste de la vecina región de Alepo y otras áreas en la frontera con Turquía. Desde allí celebran los diez años desde el inicio de la «revolución».
En Idlib, también hay una gran presencia de seguidores del yihadismo, aunque los más afectados han sido los residentes de la zona que se han visto obligados a abandonar el lugar. Según Naciones Unidas, cerca de un millón de civiles han tenido que dejar sus casas y pertenencias en Idlib.
En vistas a la situación de la región, Naciones Unidas ha intentado intermediar a través de un Consejo Constitucional para la redacción de una nueva Constitución que ayude a traer la paz entre rebeldes y el Gobierno de Al-Assad. En mayo de 2017, se inició una nueva ronda de conversaciones de paz en Ginebra con una delegación de dieciocho personas de Siria, pero desde entonces se han estancado.
Tanto EE.UU. como la Unión Europea han advertido de que no levantaran las sanciones contra Siria si no se reactivan las negociaciones.
También en 2017, las conversaciones de paz iniciadas por Rusia en Astana (Kazajistán) con Irán, Turquía y miembros del Gobierno sirio y líderes de la oposición armada dieron como resultado un acuerdo de alto el fuego. Sin embargo, poco después de anunciarse el alto el fuego, se reanudaron los ataques de las fuerzas gubernamentales sirias contra las zonas controladas por los rebeldes en las zonas de desescalada. Fue un nuevo anuncio de cese de fuego en 2020 anunciado por Rusia y Turquía el que permanece vigente hasta el momento.
La sociedad civil, la mayor víctima de la guerra siria
Las sanciones aplicadas por las potencias occidentales parecen haber golpeado más a la sociedad civil que al propio Gobierno sirio. Ahora, los sirios están abocados a una fuerte crisis económica que no les deja muchas opciones, con un alto índice de desempleo y pobreza.
Además de causar cientos de miles de muertes, la guerra ha dejado más de 2,1 millones de civiles con lesiones o discapacidades permanentes como consecuencia del conflicto, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Más de la mitad de los 22 millones de habitantes que había en Siria antes de la guerra han abandonado sus hogares. Unos 6,7 millones son desplazados internos, muchos de los cuales viven en campamentos, mientras que otros 5,6 millones están registrados como refugiados en el extranjero. Los países vecinos, Líbano, Jordania y Turquía, que acogen al 93% de ellos, han tenido que lidiar con uno de los mayores éxodos de refugiados de la historia reciente. Un millón de niños refugiados sirios han nacido en el exilio.
La pandemia ha empeorado la situación de una gran parte de los menores de edad del país, ya que el 90 % necesita asistencia sanitaria. Esta cifra, además, ha aumentado un 20 % durante el último año. Las secuelas psicológicas por la guerra son una de las consecuencias más graves de esta década de conflicto para esta generación, que además tiene que cargar con que más del 57 % ha perdido años de escolarización.
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Hace diez años comenzaba el sangriento conflicto de Siria, que ha provocado una de las mayores catástrofes humanitarias de nuestro tiempo. #OremosJuntos para que no se olvide tanto sufrimiento en la amada y atormentada Siria y para que nuestra solidaridad reavive la esperanza.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) March 14, 2021
En vistas a la situación, autoridades como el papa Francisco pidieron el “cese de la violencia” en el décimo aniversario de la guerra en Siria. Por su parte, desde el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) se sigue remarcando la importancia de apoyar a los civiles afectados.
Desde Naciones Unidas, el secretario general António Guterres definió la guerra de Siria como «una pesadilla hecha realidad» y aseguró que era una «vergüenza» para la historia de la humanidad. No obstante, el Consejo de Seguridad de la ONU no ha conseguido llegar a un acuerdo respecto a Siria hasta el momento, con países miembro como Rusia y China vetando cualquier acción en contra de al-Assad, y sin haber condenado atrocidades como el uso de armas químicas contra la población en repetidas ocasiones.
Sin negociaciones de paz a la vista, la guerra en Siria cumple diez años. Y no se sabe cuándo terminará el sufrimiento de una población asolada por el terror y la violencia del conflicto.
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Información : Texto: Alba Santana | france24.com | Con EFE y medios locales |
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